SMS: Sin Miedo a Soñar

Allá por el mes de julio del año pasado, cuando La Sexta estaba dedicada al 100% al mundial de fútbol de Alemania, empzó a presentar su nueva programación al ritmo del Todo va a cambiar, sacado de la canción Sonrisa especial, de El Sueño de Morfeo. Entre todos los nuevas series y proramas destacaba una tia diaria de adolescentes: SMS: Sin Miedo a Soñar.

Era algo así como una mezcla entre Rebelde Way (teleseria de producción argentina que unos meses antes triunfaba en Cuatroº), y The O.C. (que pasó por TVE sin pena ni gloria, pero de gran calidad). Lo típico. Un chico "macarrilla" de barrio se escapa del reformatorio en el que está internado y acaba viviendo en casa de su abogada, con la niña pija de su hija. Edu (Raúl Peña, Compañeros, Un Paso Adelante) es el protagonista, y Paula (Amaia Salamanca), la chica.

La abogada que por casualidad lo rescara es Cristina (Lola Marceli), que lleva una relación sentimental con David (Javier Albalá), que es el padre de Javi (Mario Casas, Obsesión, Los Hombres de Paco), que a su vez está enamorado de Lucía (María Castro), que sale con Paco (Guillermo Barrientos), que es el mejor amigo de Andrés (Yon González, El Internado), que hace el papel de "el novio oficial de la chica". Y la mejor amiga de ella, Sonia (Aroa Giemno), la típica niña tonta.

Pero no acaba ahí. Además de las idas y venidas amorosas etc. de los chavales, hay una segunda trama, mucho más complicada, de los negocios ilegales del socio del Cristina, Gonzalo (Josep Linuesa). Y también está la secretaria del bufete, Luisa (Virginia Rodríguez, Compañeros), que ni pincha ni corta, pero bueno.

Y como en muchas otras series, hay un personajes que aunque no tiene mayor relevancia en la trama, hace subir la audiencia por ser conocido. Y en este caso es Juan (interpretado por Antonio Hortelano, estrella de Compañeros). Y los guinistas hacen esfuerzos por darle protagonismo, pero no les termina de salir.

Al principio no estaba mal la serie, pero con el paso de los capítulos los argumentos eran cada vez más descabellados, hasta llegar al punto de lo irreal. Porque claro, hacer 300 capítulos en seis meses no es nada fácil.